Sondeando los ojos de mi hija descubro
escondida tras la inocencia de carne
fresca, augurios de muerte a los que ella
no presta atención.
El más frío de los vientos ha mecido este pelo, y un amasijo
de algas enredado estas miniaturas de manos;
el lento veneno de la noche, tolerante y dócil,
ha conmovido su sangre. Resecos días que he vislumbrado
como suyos aparecen: repugnantes, persistente muerte
durante una guerra certera, las delgadas piernas verdes.
O, alimentada por el odio, ella entregando el aguijón
de la agonía de los otros; quizás la cruel
esposa de un sifilítico o un iluso.
Estas conjeturas se agrian en el sol.
No tengo hija, ni deseo ninguna.
To My Daughter
Looking into my daughter’s eyes I read
Beneath the innocence of morning flesh
Concealed, hintings of death she does not heed.
Coldest of winds have blown this hair, and mesh
Of seaweed snarled these miniatures of hands;
The night’s slow poison, tolerant and bland,
Has moved her blood. Parched years that I have seen
That may be hers appear: foul, lingering
Death in certain war, the slim legs green.
Or, fed on hate, she relishes the sting
Of others’ agony; perhaps the cruel
Bride of a syphilitic or a fool.
These speculations sour in the sun.
I have no daughter. I desire none.
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