Las nubes, entreteniéndose aún,
se extienden en sólidos bloques
a lo largo del oeste gris;
¡y mirad! estas aguas, templadas
por un aire calmo hasta
convertirse en pulida cera, entregan
un vívido retrato de las
estrellas;
Júpiter, Venus, y la rojiza
cresta de Marte
entre sus compañeros
hermosamente revelados
a una feliz distancia del
gimiente campo de la tierra,
donde los despiadados
mortales mantienen incesantes guerras.
¿Es un espejo?--¿o acaso la
Esfera inferior
que pone a la vista el
abismo donde ella alimenta
sus propios fuegos
calmos?--¡Pero oíd! una voz se acerca;
el mismísimo Gran Pan
susurrando entre los juncos,
"¡Estate agradecido,
pues si terribles hechos
asolan el mundo, aquí la
tranquilidad se haya!"
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